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Publicación: internacional Socialism (1a serie), No.96, marzo de 1977, pp. 22-24
Trascripción y digitalización: Einde O’Callaghan
Fuente: Marxist Internet Archive (MIA), año 2008
Traducción del inglés: Unión de Juventudes Comunistas de España
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Los siguientes fragmentos forman parte del discurso pronunciado por Clara Zetkin en el IV
Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en noviembre de 1922. En este momento, Clara
Zetkin era la representante alemana del Comité Ejecutivo de la Internacional y Secretaria General
del Secretariado Internacional de Mujeres.
El IV Congreso tuvo lugar en un momento de fuertes ofensivas por parte de la burguesía
tras la derrota de la oleada revolucionaria que se había extendido por Europa al finalizar la
Primera Guerra Mundial. Ahora, las estrategias más necesarias eran el Frente Único y el trabajo
de masas.
A pesar de que las circunstancias históricas de aquella época difieren de las actuales, las
tesis de Zetkin continúan siendo válidas; pues hoy se vuelve a poner sobre la mesa la cuestión de
cómo organizar a las mujeres trabajadoras.
Los cuarenta años que transcurren desde 1920 a 1960 demuestran la ausencia casi total de
las ideas socialistas revolucionarias. Solo al calor de los estallidos de 1968, el auge del movimiento
estudiantil y las enormes posibilidades que se abrían para las organizaciones revolucionarias,
comenzó a desarrollarse de nuevo el movimiento feminista; apartándose del debate la mayoría de
los socialistas revolucionarios. Muchos se opusieron a participar en el movimiento feminista,
considerándolo algo propio de la clase media, en lugar de desarrollar una estrategia para
intervenir en él y organizarse entre las mujeres de la clase trabajadora. Ahora, en la crisis
económica, las mujeres están en la primera línea de ataque. Y con miles de mujeres desesperadas
ante la perspectiva del desempleo, a las que se les niega igualdad salarial y laboral, y sometidas a
un gran número de recortes, los socialistas tienen que encontrar una manera que las conduzca
hacia ideas revolucionarias. Es inevitable no dejar algo atrás al resumir en tan poco espacio un
discurso tan largo, pero la esencia del argumento está aquí. El principal argumento planteado por
Clara Zetkin goza de la misma importancia de la que gozaba en 1922.
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La organización de las mujeres
trabajadoras
Clara Zetkin
(noviembre de 1922)
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Clara Zetkin, La organización de las mujeres trabajadoras
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Camaradas, antes de comenzar con mi informe sobre las actividades del Secretariado
Internacional de Mujeres y el desarrollo de la actividad comunista entre las mujeres, permítanme
unas breves observaciones. Son necesarias porque todavía nuestro trabajo no es entendido del todo,
no solo por nuestros opositores, sino incluso por nuestros propios camaradas. Estos son algunos
aspectos de un anterior punto de vista unidos a otros que dan lugar a un prejuicio deliberado, pues
muchos no simpatizan con nuestra causa e, incluso, en parte se oponen a ella.
El Secretariado Internacional Mujeres es una pieza del Comité Ejecutivo de la III
Internacional, y no solo desarrolla su actividad en constante cooperación con el Ejecutivo, sino
también bajo su dirección. Eso a lo que normalmente llamamos “Movimiento de Mujeres
Comunistas” no es un movimiento de mujeres independiente, sino que existe para la propaganda
comunista sistemática entre las mujeres. Y su propósito es doble: en primer lugar, incorporar a las
secciones nacionales de la Komintern a aquellas mujeres que ya se sienten identificadas con el ideal
comunista, haciéndolas trabajadoras conscientes en las actividad de dichas secciones; y, en segundo
lugar, hacer que mujeres indiferentes abracen el ideal comunista y atraerlas a las luchas del
proletariado, pues las masas de mujeres trabajadoras deben estar movilizadas para ello. No hay
trabajo en el partido ni en la lucha del movimiento en cualquier país en el que las mujeres
desconsideremos nuestro deber principal de participar. Además, deseamos tomar nuestro lugar en
los Partidos Comunistas y en la III Internacional, donde el trabajo es más duro y las balas son más
gruesas, sin rehuir del más humilde y modesto trabajo cotidiano.
Hay algo que es evidente, y es que requerimos de órganos especiales para llevar a cabo el
trabajo comunista de organización y educación entre las mujeres e integrarlo en la vida del Partido.
La agitación comunista entre las mujeres no es solo una tarea de mujeres, sino la tarea del Partido
Comunista de cada país, de la Internacional Comunista. Y para conseguir nuestro objetivo es
necesario establecer órganos de partido, Secretarías de la Mujer, Departamentos de la Mujer o como
quiera que los llamemos.
Por supuesto, no negamos la posibilidad de que algún hombre o alguna mujer con fuerte
personalidad sea capaz de hacer el mismo trabajo en cualquier agrupación local o de distrito. Pero,
si bien quizás admitamos algún logro individual en el Partido, debemos preguntarnos cuan grandes
serían los beneficios si, en lugar de trabajar individualmente, contáramos con la cooperación de más
fuerzas. La unidad de acción hacia a un objetivo común debe ser la consigna en nuestro Partido, en
la Internacional, en nuestro trabajo con las mujeres.
Como cuestión conveniente, de división práctica del trabajo, las mujeres suelen estar mejor
preparadas para tomar parte en los órganos especiales dedicados al trabajo comunista entre las
mujeres. No podemos soslayar el hecho de que las grandes masas de mujeres viven y trabajan bajo
condiciones especiales. Por eso, en general, las mujeres suelen encontrar el método más apropiado y
más rápido para acercarse a la mujer trabajadora y comenzar con la propaganda comunista. Al igual
que como mujeres comunistas consideramos nuestro derecho y nuestro deber el tomar parte en el
actividad diaria en el Partido –desde el humilde trabajo de distribución de panfletos, hasta la lucha
final y decisiva–, consideraríamos un insultante que se no se nos considerara dotadas para tomar
parte en la gran vida histórica del Partido y de la Internacional Comunista; y por eso no excluimos a
ningún hombre de tomar partido en el trabajo comunista entre las mujeres.
Durante el último año hemos tenido pruebas de los lados buenos y malos del trabajo
comunista entre las mujeres. Hemos podido ver los lados buenos en aquellos países donde las